domingo, julio 24, 2005

La fuente del testimonio cristiano

Hoy podemos constatar en la sociedad una falta de credibilidad del hecho religioso. Muchos aprecian la belleza del mensaje cristiano y su valía, pero, en cambio, se cuestiona la coherencia de los cristianos y la actuación de la Iglesia. Quizás es porque las palabras y acciones de los que se dicen cristianos no siempre son fruto del silencio ni de una profunda comunicación con Dios. Pueden salir del orgullo o de la autocomplacencia. Ir profundizando en el misterio de Dios hará coherente la vida cristiana. Sólo así todo cuanto se diga será convincente en nuestro mundo.

La Iglesia se sostiene gracias al inmenso amor del Espíritu Santo. Por eso sigue viva y creciente, pese a las limitaciones y fallos de quienes la formamos. Pero los cristianos también tenemos una gran corresponsabilidad. Tampoco podemos lanzarnos a un apostolado frenético y combativo sin más. Nuestra misión debe partir de una profunda e íntima comunicación con Dios. Sin ella caeríamos en el activismo apostólico, donde falta el referente profundo de la espiritualidad y de la comunión. Los cristianos seguimos a Cristo, y no a otros personajes históricos. Cristo nos ilumina. Él es nuestro faro, nuestra gran antorcha, la llamarada que nos guía para ir creando parcelas del Reino de Dios en el mundo. Todos somos imagen viva de Dios, criaturas suyas llamadas por Él a este gran trabajo: crear comunidades, construir cielo en medio de la humanidad.

La palabra tiene una poderosa fuerza que viene de Dios y debe ir acompañada del testimonio y del ejemplo. No nos quedemos en el aspecto teórico de la revelación. La palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Por lo tanto, toda palabra que comuniquemos tiene que llegar a encarnar realmente lo que Dios sueña para nuestra vida. Porque palabra y acción van unidas en la oración.

El cristiano ha de crecer hacia dentro en su relación íntima con Dios, esta es la fuente de nuestro testimonio en el mundo. Alimentados por esta fuente, podremos crecer hacia fuera y trabajar para universalizar el amor.

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